domingo, 29 de agosto de 2010









              Postrado en los andenes viendo pasar trenes,
         con infinidad de espíritus en ellos,
         desde el agujero de la incongruencia, que todo lo                
          desorbita…
        
              Aunque, en la etapa de gestación otros trenes 
                                    no importan…
              Más que el neutro vagón del que no sabe elegir.
         Humos en los andenes… me gustan y creo saber por qué.
                      mas es hora de coger mi tren…
                                 Sin maletas  
                                      y  
                                  con FÉ.
              

El tiempo

Sin ni siquiera tomar aliento; comenzó a blandir sus elementos con las herramientas que le dio el tiempo, no había que demorarse en ningún movimiento mal formulado, las incógnitas se desprendían como chispas de metal e iban apaciguándose a medida que se adentraban hacia su corazón.

         Lo dejó todo; y volvió a comenzar, sumando los elementos blandidos (que con el tiempo cambian sus características) mas los no conocidos y su interiorización.

                                                  El trabajo avanzaba,
                                                  El tiempo también;
                                                  El cambio seguía siendo cambio con el tiempo;
        
                              El cambio era el trabajo del tiempo.


La reflexión

La reflexión de por sí nada mueve, sino la reflexión por causa de algo y práctica, pues ésta gobierna incluso al intelecto creador, porque todo el que hace una cosa la hace con vistas a algo, y la cosa hecha no es fin absolutamente hablando (ya que es fin relativo y de algo), sino la acción misma, porque el hacer bien las cosas es un fin y esto es lo que deseamos.


jueves, 26 de agosto de 2010

miércoles, 25 de agosto de 2010

Capitulo 1.- DE LA CREATIVIDAD.





                            Las incitaciones cotidianas.


                   En su cotidiano existir, el ser humano, para vivir, sobrevivir y convivir establece una relación activa con su entorno natural, con los demás y las cosas. Esta relación con  la Naturaleza, la sociedad y la cultura, implica una constante interacción de su cuerpo y  su  mente que se traduce en un cierto esfuerzo físico y mental. Su rutinario trámite vegetativo, su trabajo e incluso su ocio, se consuman mediante la ejecución de múltiples y variadas acciones. Cada una de estas requieren atención y le brindan unas posibilidades de de reflexión y de análisis que llegan a sugerirle modos para mejorarlas. Unas mejoras que pueden lograrse simplemente por una más lógicas combinatoria de los elementos en presencia:

         Puede modificarse un gesto, modificarse una actitud o variarse un tempo. A veces se trata de reducir o bien eludir el esfuerzo físico o la tensión mental, de aminorar el consumo de materias y energías necesarias para su ejecución. Pero muchas veces para lograr una superación de eficacia y calidad de una acción es preciso imaginar un instrumento que ayude.


         La creatividad no es sino este impulso REFLEXIVO-IMAGINATIVO solicitado por las propias exigencias de la realidad. Son los problemas prácticos cotidianos  los que van sugiriendo las necesarias mejoras. El ser humano somete su medio y su conducta a una tenaz observación.

         Cuando detecta una carencia, dispone del objetivo que será el origen y la meta del acto creativo.

         El acto creativo es incitado así  por unas motivaciones que lo desencadenan y concretado en un objetivo definido, que le da al  proceso-creativo, el ímpetu y la directriz que precisa para realizarse.

Paul Eluard.   No existe modelo para quien busca lo que jamás vio

                            Andre Ricard “La Aventura Creativa” Las raíces del diseño   

las cosas que pienso en el autobus





En la sociedad en la que vivimos y participamos a pié de calle, y a priori antes de pisarla; en nuestros “propios” hogares, sobre superficies espejadas,  nos preocupamos por el reflejo que demos ante y hacia los demás teniendo un valor de proyección interna hacia el exterior. Esto queda reflejado en las actitudes cotidianas condicionadas por la mera indumentaria, y el prejuicio que aplicamos instintivamente hacia los distintos tipos de tejidos, formas, modos de corte y confección. Parece que la gente se conforma a un nivel proyectual de sí mismo cuando va por la calle, mas aún, esto se ve incrementado en una paradójica realidad de la ciudad, como son los viajes en bus urbano. Por ejemplo:  Todo urbanita ha utilizado en alguna ocasión el transporte público. Cabinas con ruedas que nos transportan de un lugar a otro de la ciudad. Cuando uno entra en el autobús  puede ver variedad tanto cultural, como generacional, y mucho mas diferentes tipos de proyecciones internas descritas por la indumentaria. Normalmente la gente pretende ir si puede, sentada; un poco aislada, dentro del conjunto social que allí se da por unos momentos, entre parada y parada. El que se sienta también puede normalmente girar su cuello para observar el exterior del vehículo, y encontrará a parte de la ciudad (dependiendo de las condiciones lumínicas) la imagen especular y fantasmagórica del interior del transporte público: Es aquí donde se da la paradoja, todos nos transformamos en lo que somos: meras seudo-proyecciones de nosotros mismos.